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lunes, 17 de junio de 2013

LATINVM AD LATRINAM (XV): INGLATERRA


[Esta escala en Inglaterra la voy a despachar con dos autores. El primero, William Thackeray, que a través de sus antihéroes critica numerosos aspectos de la sociedad inglesa . Pero si alguien aún no conociera el desternillante episodio del primer encuentro de Chruchill con el latín, citado por Orberg, debe echarle un vistazo,  traducido, por ejemplo, en este documento del profesor mejicano Juan Arturo Salas López: EL LATÍN PARA DUMIES.


En La Feria de las Vanidades (1847), William Dobbin se pelea con los misterios de la gramática latina en la afamada escuela del doctor Swishtail. Así, tras una disputa entre él y  su amigo George Osborne, el narrador se hace estas reflexiones:

       ¿Quién de nosotros no recuerda, después de todo, haber vivido horas parecidas de amargo  pesar infantil? […] ¿Y a cuántas de esas almas sensibles no se degrada, se amordaza y se tortura por un simple error de aritmética o de latín macarrónico? [dog-latin]
       Debido precisamente a la incapacidad de Dobbin para asimilar los rudimentos más elementales de este último idioma, tal como se explican en el maravilloso libro Gramática Latina de Eton, el muchacho tuvo que permanecer entre los últimos estudiantes del doctor Swishtail 
Si bien hay que reconocer que Dobbin termina haciendo progresos con la ayuda de Osborne. De las Memorias de Barry Lindon es el siguiente fragmento:


       Por lo que respecta a vuestra estúpida gramática, al griego, al latín y pedanterías semejantes, las he odiado siempre desde la infancia y he declarado formalmente que no las pienso aprender.
            Más tarde, el caradura del protagonista tiene una conversación con un alemán en la que asegura ser descendiente de los reyes de Irlanda. Pero su interlocutor tiene más conocimientos que él sobre este tema  y sobre todos los demás, por lo que tiene que salir del paso como puede:

       En cuanto al inglés, lo hablaba tan   bien como yo, y sabía, según me dijo, otras siete lenguas, de modo que, habiendo citado el único verso latino que sabía, aquel del poeta Homero que dice: “as in praesenti perfectum fumat in avi” comenzó a hablarme en la lengua de los romanos, y, consecuentemente, me vi obligado a decirle que nosotros, en Irlanda, la pronunciábamos de manera diferente y así terminamos la conversación.
[1. Ciento cincuenta años después seguimos como Barry Lindon: así podemos negarnos a intentar conversar con hablantes de otros países por miedo a quedar mal: ¿y pretendemos que esto es una lengua universal?

2. Sobre el desastre del desconocimiento del latín en este país puede servir como ejemplo la traducción hecha en español a la que remito: el traductor anglófono no entendió nada de nada. Al no darse cuenta que es una regla escolar de los verbos regulares de la primera conjugación: -as in praesenti, perfectum format in -avi, pensó que el as de inicio era la partícula inglesa as: "como". O sea, que con el cambio de país y de época, Lindon ya no es el peor latinista del mundo.  Igual pensaba que era Homero.]

jueves, 13 de junio de 2013

LOCI SIMILES (IV): CUÁNTO LATÍN SABEMOS EN ESPAÑA

[Hace unos meses, unos amigos abogados me urgieron a que le buscase un lema latino para su bufete, sin más indicaciones de objetivo, receptores etc. Tras hacerne en vano el longuis, parí, a regañadientes y por salir del paso, el aborto: Agere aude.  No lo entendieron. Hace una semana al caer en mis manos una tarjeta Res iuris, me preguntaron mi opinión y dije que me parecía muy bien, seguro que cumplía el objetivo, aunque no estaba exactamente en latín. Por cierto, si hay por aquí algún latrinero, tomo rumbo a Inglaterra, como escala hacia EE.UU. Si no llego mañana, lo haré el lunes fijo]


            Siempre me pareció uno de los indicadores inequívocos del desastre de la asignatura los latinajos que pululan por ahí. No me refiero a las citas latinas de los periódicos (en las que a ojo de buen cubero calculo un porcentaje de errores superior al 50%), sino a su uso en el mundo económico. Teniendo en cuenta que aún hoy quizás casi un cuarto de la población adulta del país ha tenido contacto con el latín al menos un año, es significativo que su utilización correcta en publicidad o denominaciones sociales se reduzca a su empleo en una sola palabra (y a veces). Es imposible encontrar un mínimo sintagma en latín. O bien hay errores (morfológicos) o bien directamente se descarta la segunda palabra latina: iría contra el principio básico de comprensión del español medio-alto. De ahí los molierescos Reyal Urbis, Talentum Startups, Spes Ingeniería y Construcción etc
             
            Todo viene a cuento del suplemento promocional del Arde Lucus (el nombre, por cierto, cumple la regla de oro de la publicidad en latín) de hoy en la Voz de Galicia, donde se publican las siguientes tres joyas. (No critico el festival: hace más por el mundo clásico que un año de latín). Con todos ustedes:

LATINVM AD LATRINAM (XIV): BREVE PASO POR ALEMANIA


[Del alemán no sé ni cuántas vocales tiene. De modo que los textos que conozco son sólo traducciones de baratillo de clásicos que leí allá por la juventud. Aparte que tengo poco material]

Los principales autores  de que recuerdo pasajes referentes al latín son los mismos que cita el profesor García Jurado, aunque no de las mismas obras. Para mí el profesor de latín de Thomas Mann no es el inquietante Settembrini de La montaña mágica sino el más común doctor Mantelsack de Los Buddenbrook: “de mediana estatura, bastante fino, con cabello gris, crespa barba olímpica y ojos miopes y salientes, de un azul zafiro, que brillaban detrás de unas espesas gafas. Vestía una levita de tela gris muy abierta y tenía la costumbre de palparse la cintura con su arrugada mano de cortos dedos

            Sobre cómo se daba latín en aquellas clases, Mann da amplia información.  Hanno, tras ir a la ópera, se presenta en clase sin haber hecho sus deberes, incluido los de Ovidio. Básicamente, las clases consistían en recitar de memoria versos del poeta y después, abriendo el libro, traducirlos sin recurrir a ningún tipo de nota. Otra extravagancia:

           Ahora venía el latín… Lanzó una miradita suplicante a Kai, quien, ajeno a la suspensión de la clase, seguía absorto en la lectura. Sacó de la cartera su Ovidio, encuadernado en cartón jaspeado, y lo abrió por la página correspondiente... No, no cabía esperanza alguna; era una locura pensar aprenderse en un momento aquellas líneas negras, señaladas con lápiz, numeradas y distribuidas des cinco en cinco, y que se ofrecían a la vista totalmente incógnitas y oscuras. Apenas comprendía su sentido; ¡cómo podía aspirar a meterse una sola en la cabeza! Y, de las que hoy había que traducir, no descifraba ni jota.

- ¿Qué significa,  "deciderant, patula Jovis arbore, glandes "? - preguntó con voz vacilante a Adolph Todtenhaupt , que , a su lado, trabajaba en su cuaderno —. ¡Todo esto es una estupidez! Sólo para fastidiarle a uno...

        - ¿Qué?- preguntó Todtenhaupt, sin dejar de escribir- . Las bellotas del árbol de  Júpiter... Es el roble... Sí, tampoco yo lo sé muy  bien...

           
            Si a alguien le interesan el desastre o las trampas hechas en el recitado por Lüders, Timm, Mumme (damnificado  por miope) y el propio Hanno; y por Petersen en la traducción, están en el medio del Capítulo II de la parte XI (especialmente p.457-461).

            De Hermann Hesse recuerdo, aparte del examen de ingreso de Bajo las ruedas, dos cosas de sus memorias Obstinación: que el abuelo se sabía de memoria en orden alfabético los adaggios latinos y la siguiente opinión (que, como me harté de buscar en balde el libro de bolsillo de Alianza Editorial, recurrí a la selección de pequeños fragmentos sobre educación, que todavía se vende, de un libro de título significativo: Latín y mentiras aunque de escaso/nulo contenido para lo nuestro):
    
La escuela, sabiamente, no se ocupaba de esas disciplinas serias que son imprescindibles para la vida, sino  principalmente de entretenimientos bonitos y divertidos, que me solían solazar, de conocimientos de los cuales algunos me han sido fieles toda la vida; así sé, aún hoy, muchas palabras, frases y versos hermosos y chistosos del latín, y el número de habitantes de muchas ciudades de todos los continentes, naturalmente no la cifra actual, sino la de los años ochenta.

[Por cierto, sobre la memorización geográfica mi pasaje preferido es el disparatado de La Rosa de Cela:

En verdad, yo no era un estudiante ni muy lucido, ni muy concienzudo, y la verdad es que, de todo el vasto programa de geografía, no llegué a saberme más que los puertos del Japón y los de Argelia, los Estados de Méjico y los ríos de España mayores de cuarenta kilómetros. Eso sí, me los aprendí tan bien, que todavía los recuerdo y los puedo repetir de memoria y sin equivocarme. Algunas veces lo hago, pero sin abusar].